domingo, 12 de octubre de 2008

Welcome to Athens!!

Desde hace dos años he planeado mi aventura.

Quería vivir la experiencia erasmus.

Estar en otro país durante un año, conociendo cosas y gente nueva, viviendo sensaciones y situaciones de esas que nunca se repiten y de las que guardas un vago recuerdo con sabor dulce y ponzoñoso.
Como cuando has dormido demasiado y aún sabiendo que el sueño toca a su fin tratas de retrasar el momento en que la actividad empieza de nuevo.

Tenía muy claro dónde no quería ir, así que al ir descartando destinos, surgió como por arte de magia Atenas.
Grecia tiene un buen clima similar al de Valencia, la gente es más parecida de lo que hubiera imaginado, de hecho puedo asegurar que tanto físicamente como de caracter somos los paises europeos más parecidos, la comida no es un problema ya que no me falta pescado ni aceite, así que sólo el idioma representa un verdadero inconveniente, pero eso, es parte del viaje, o más bien del camino, y hay que vivirlo.
Por lo demás he de decir que estoy viviendo un verdadero viaje al pasado, porque Atenas hasta donde conozco por el momento, es a grandes rasgos como vivir en España hace unos 30 años.

Las calles están bastante mal iluminadas, la ciudad en general es caótica y sucia, hay pocos supermercados y los que hay son caros, con lo que casi sale mejor salir a comer y a cenar antes que hacerlo en casa. Las viviendas por dentro, son un museo viviente, de esas casas de las que apenas quedan ya, de nuestras abuelas, con muebles antiquísimos y tapizados en flores, sanitarios de otro siglo, paredes forradas con enormes espejos o papel pintado, y fotos en blanco y negro colgadas en el sitio más inesperado.
Literalmente es como vivir en CUÉNTAME...

Afortunadamente, hay cosas positivas a destacar, como el alquiler barato, teniendo en cuenta que si estuviera en España esto seria Madrid, los pisos espaciosos con balcones y suelos de parket, los miles de kioskos que pululan la ciudad y que te venden desde bebidas frias hasta maletas y relojes a casi cualquier hora.
El transporte es tremendamente barato, teniendo en cuenta que un billete de 0'80 abarca hora y media con trasbordos a bus, metro y troley. Y por supuesto la gente, que hasta los más mayores sin saber inglés tratan de hacerse entender y ayudar en lo que pueden.

Llevo ya unos diez días aquí, y a pesar de la nostalgia, de lo dificil de los primeros dias y del gran desembolso de dinero que supone el primer mes, he de decir que estoy bien, y que sin duda alguna esto irá a mejor.

domingo, 8 de junio de 2008

Retomando viejas costumbres


Hace ya mucho que no dibujaba...
Antes lo hacía muy a menudo, porque me gustaba. Me hacía sentir bien el hecho de tener que proponerme un reto y conseguirlo.
Además siempre he sido muy crítica tanto con mis trabajos como con los de los demás. Cosa que siempre me ha hecho estar insatisfecha conmigo misma.
No sé cómo explicarlo pero es como una especie de sensación de que no va a funcionar; quiero decir, cuando veo un trabajo sé si va a funcionar o no. Todos los trabajos que van ha estar de cara a un público o que van a ser exhibidos de alguna forma, tienen una especie de estado inalterable, como si fueran aptos para ser comercializados o fueran capaces de convencer de alguna forma al público que espera.
Y esa sensación es la que me convence finalmente a la hora de regalar algo o presentar algo de lo que hago.
Hace años hice un dibujo del que me quedé plenamente satisfecha. Nunca antes había dIbujado de aquella manera, y me quedé tan sorprendida y asustada de mi propia satisfacción que dejé de dibujar.
Tenía miedo a no poder volver a dibujar de aquella forma, pensaba que quizás era una suerte de cohincidencias y que me había salido tan bien de una forma aleatoria o inconsciente.
Así que entre eso, la desmotivación con las clases en la facultad de BB.AA. y mis baches emocionales, no volví a dibujar en serio durante años.
La semana pasada empezamos con los exámenes de Junio en la facultad, concretamente con el de dibujo.
El examen consiste en realizar dos dibujos de modelo al natural en cuatro sesiones de tres horas cada una; uno de línea y otro con sombras mediante planos de luz y oscuridad.
Después de la primera parte del examen de dibujo me decidí a practicar un poco en casa.
Y la verdad que después de tres horas dibujando por obligación para un examen, a un señor en bolas, se me hacía hasta divertido ponerme a hacer cualquier ralla en casa por propia voluntad; así que pensé, que podía aprovechar mi motivación para hacerle un retrato a un amiga por su cumpleaños.
No es como aquel dibujo que hice hace tiempo, pero la verdad, pude respirar tranquila, porque la primera frase que me vino a la cabeza cuando terminé fue: ¡gracias a Dios, no lo he perdido!
Y ahora que he olvidado mi viejo pánico y que algo parecido a la motivación se agita dentro de mi, he de decir que me alegro de saber que no fue aleatorio, que no fue inconsciente, que forma parte de mi y lo llevo dentro y que sólo he de dejarlo salir con un poco de práctica e inspiración.
GRACIAS MUSAS.

miércoles, 23 de enero de 2008

Vamos a contar mentiras

Un año más que pasa... El tiempo vuela. Aún recuerdo mi primer año de carrera como si fuera este que acava de terminar.
Parece que la vida de los que me rodean avanza a velocidad vertginosa, viven cosas, cambian, crecen.
Yo me veo siempre igual, sin progreso ni retroceso, los mismos problemas, los mismos deseos, las mismas metas y ambiciones, debe ser que no me muevo lo suficiente.
Si bien he de admitir que mi ritmo vital es algo lento y a veces vegetativo, y que he dejado de hacer muchas cosas que antes hacía, no descarto por otra parte el factor suerte o el factor casual que parece una constante en las vidas de muchos otros.
Creo que el origen de todo es la desidia.
Un buen día me desperté, me senté en una silla de cara a un rincón y dejé que la nada me envolviera. Decidí dejar de pelear contra todo, decidí acallar la pasión con la que antes lo envolvía todo. Decidí dejar de hacer cualquier cosa.
Sólo observo desde mi rincón sin intervenir en lo que me rodea.
Creo que los demás se han dado cuentan, pero aún así no dejan de azuzarme, se mueven con histeria e impotencia delante de mis ojos para ver si pestañeo, preguntan sin cesar.
Así que un día me dije: Vamos a contar mentiras, y a unos les digo que por el mar corre la liebre y a otros que por el monte las sardinas.
Rien, satisfechos, pensando que he vuelto a mi misma, pero no saben que ya ni siquiera estoy en mi silla cara al rincón, sólo es una carcasa vacía que observo desde donde estoy.