Quería vivir la experiencia erasmus.
Estar en otro país durante un año, conociendo cosas y gente nueva, viviendo sensaciones y situaciones de esas que nunca se repiten y de las que guardas un vago recuerdo con sabor dulce y ponzoñoso.
Como cuando has dormido demasiado y aún sabiendo que el sueño toca a su fin tratas de retrasar el momento en que la actividad empieza de nuevo.
Tenía muy claro dónde no quería ir, así que al ir descartando destinos, surgió como por arte de magia Atenas.
Grecia tiene un buen clima similar al de Valencia, la gente es más parecida de lo que hubiera imaginado, de hecho puedo asegurar que tanto físicamente como de caracter somos los paises europeos más parecidos, la comida no es un problema ya que no me falta pescado ni aceite, así que sólo el idioma representa un verdadero inconveniente, pero eso, es parte del viaje, o más bien del camino, y hay que vivirlo.
Por lo demás he de decir que estoy viviendo un verdadero viaje al pasado, porque Atenas hasta donde conozco por el momento, es a grandes rasgos como vivir en España hace unos 30 años.
Las calles están bastante mal iluminadas, la ciudad en general es caótica y sucia, hay pocos supermercados y los que hay son caros, con lo que casi sale mejor salir a comer y a cenar antes que hacerlo en casa. Las viviendas por dentro, son un museo viviente, de esas casas de las que apenas quedan ya, de nuestras abuelas, con muebles antiquísimos y tapizados en flores, sanitarios de otro siglo, paredes forradas con enormes espejos o papel pintado, y fotos en blanco y negro colgadas en el sitio más inesperado.
Literalmente es como vivir en CUÉNTAME...
Afortunadamente, hay cosas positivas a destacar, como el alquiler barato, teniendo en cuenta que si estuviera en España esto seria Madrid, los pisos espaciosos con balcones y suelos de parket, los miles de kioskos que pululan la ciudad y que te venden desde bebidas frias hasta maletas y relojes a casi cualquier hora.
El transporte es tremendamente barato, teniendo en cuenta que un billete de 0'80 abarca hora y media con trasbordos a bus, metro y troley. Y por supuesto la gente, que hasta los más mayores sin saber inglés tratan de hacerse entender y ayudar en lo que pueden.
Llevo ya unos diez días aquí, y a pesar de la nostalgia, de lo dificil de los primeros dias y del gran desembolso de dinero que supone el primer mes, he de decir que estoy bien, y que sin duda alguna esto irá a mejor.
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